-¿Y esos relojes?
-Los colecciono.
-Sólo son dos.
-Bueno, es una colección pequeña.
-Están parados, ¿no funcionan?
-Uno no tiene pila y el otro se quedó sin cuerda.
-Y la hora que marcan, ¿es por algo?
-Sí, no sé. Instantes en que se paró el tiempo. Por un adiós, por un te quiero.
-¿Es que ahora vas de poeta?
-¿Yo?, siempre... a mi manera, claro.
-Sí, claro. A tu manera...
(Pausa valorativa o silencio tenso, según para quién)
-Será mejor que me vaya.
-Eres un poco cobarde.
-No es eso.
-¿Entonces?
-Ya te lo he dicho muchas veces, me cuesta confiar. No me acostumbro.
-Inténtalo.
-Lo voy a intentar, pero... lo haré otro día.
Al final aguantaste el tirón y llegaste a postear...
ResponderEliminarMe he quedado en la pausa valorativa, y por eso sigo valorando tus palabras ...
Me recuerda a aquella canción de "dicen que el tiempo arregla los corazones rotos, pero yo se que nunca quedan como nuevos"
Los relojes rotos, quizá.
Te dije que aguantaría y no me tomabas en serio... jeje
ResponderEliminarPor cierto, ¡Qué grande el Puchero!
ResponderEliminar...ainsss...
ResponderEliminartan real....