Xavier despertó lejos, muy lejos de casa. Pero ya sabía donde estaba, y le gustaba. Su vida había cambiado mucho en muy poco tiempo.Aunque hay cosas que nunca cambian, todas las mañanas se levantaba y se tomaba su tiempo para prepararse un buen café, y leer las noticias del día con tranquilidad. Solo que últimamente, a veces se le atragantaba el café, el amargor se le hacía extremadamente dulce, y ni siquiera usaba azúcar.En esos días, se limitaba a sonreír, y a aceptar lo que la vida le pusiera delante. Todo valía. Al menos de momento.El Sr. Otxoa puede ser algo temperamental a veces, no conviene molestarle.
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